Lluís Comeron i Graupera +25-01-2022
No hay palabras para expresar la desolación por la pérdida del presidente del Consejo Superior de Arquitectos de España, Lluís Comeron i Graupera.
Murió ayer, día 25 de enero de 2021, inesperadamente.
Era también presidente de la Fundación ITEC. Fue decano del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya. Antes, había sido presidente de la Demarcación de Barcelona, profesor de la UPC. Siempre había estado activo en su despacho de arquitecto.
Era un hombre inteligente, brillante, culto y trabajador infatigable, y a la vez, profundamente humano, empático y amable. Tenía la cualidad de saber mejorarse con el tiempo, y sobretodo, la gran generosidad de poner su talento, que era mucho, al servicio de la arquitectura, los arquitectos y la sociedad en general.
Nos deja huérfanos, con mil proyectos esperanzadores en marcha.
La pérdida, personal y sentimental para muchos, y como colectivo, para todos, es irreparable.
Descanse en paz.
Carta de Alfonso Torre, decano de Asturias, representante del CSCAE en la UAPFE, a Lluís Comeron
Esta tarde hemos recibido la tristísima noticia del fallecimiento de Lluís Comerón, presidente del CSCAE. Se ha ido por sorpresa, dejándonos el corazón desgarrado.
Después de conocer la noticia, he visto la foto que diariamente publicaba en sus redes sociales. El amanecer desde su estudio. El sol saliendo sobre el horizonte. Cada año nos regalaba una postal de navidad con todas las fotos del año.
Lluís era sabiduría y bondad a partes iguales. Conciliador, culto, defensor a ultranza de la profesión, trabajador incansable y negociador pertinaz.
Hace poco tuve la grandísima suerte de compartir con él un largo viaje en coche, los dos solos. Hablamos de sus hijos, de cuánto le gustaba Asturias, donde sus hijos hacían surf, de mi perro Carlitos, de Cádiz y del tsunami que vendrá, de cómo arreglar los problemas de tensión (con física o con química), y de tantas cosas más, que me descubrieron la gran persona que se alojaba en ese cuerpo menudo, de mirada curiosa y atenta, que siempre te escuchaba.
Cuánta pena siento en este momento y cuánto te echaremos de menos. El último correo que le envié fue para pedirle que ratificara el nombramiento de la Junta de Edad del COAA. Le ponía, “estimado presidente, querido LLuís…” Él me respondió con un “estimado decano, querido Alfonso…”. Nos queríamos. Se hacía querer.
La familia de los arquitectos estamos de luto. Los amigos de LLuís estamos desolados. En una conversación, hace pocos minutos, Pere González Nebreda me dijo que me enviaba un abrazo fuerte y que ya nos veríamos, para llorar juntos. Lo haremos. No lo podremos, ni lo querremos evitar.
Allá donde estés LLuís, te mando el abrazo más fuerte que puedo ser capaz de darte. Te echaremos mucho de menos.
Alfonso
En memoria Lluís Comerón i Graupera, escrito por Pere González Nebreda, presidente de la UAPFE 2013-2021
La ausencia de Lluis nos ha dejado un enorme vacío, un dolor intenso.
Los arquitectos estamos en deuda con Lluis, los arquitectos peritos más aún.
Conocí a Lluis hace unos veinte años, formaba él parte de la Junta de la demarcación de Barcelona del COAC. Me pareció, ya entonces, un hombre inteligente. Yo era secretario de la agrupación de peritos que presidia el inolvidable Agustí Borrell. Unos años después, en 2004, accedí a la presidencia de mi agrupación y Lluis ya era presidente de la demarcación de Barcelona y años más tarde, 2010, accedió al decanato. Le tocó una época difícil, heredó un colegio en ruina. Los ingresos colegiales se habían reducido a un tercio y los gastos disparados, obligaron a un durísimo ajuste de plantillas, con más de 120 despidos. Luis estuvo a la altura y supo gobernar la nave del colegio con mano firme. Fueron años difíciles en los que estaba en juego la supervivencia de la institución. Los arquitectos más veteranos recordareis esos momentos, que para algunos aún no han acabado.
Fue en esa época cuando empecé a dialogar con Lluis. Casi siempre sobre los arquitectos, su actividad profesional y su futuro. Lluis fue un buen decano, en momentos de cambio, con un papel difícil, muy difícil y nada brillante. Los diálogos con Lluis eran pausados, discretos y profundos, era fácil acabar hablando de filosofía o de temas trascendentes. Eludía lo banal. Cuando accedió a la presidencia del CSCAE me alegré, llegaba un hombre con visión de futuro y con capacidad de escuchar. Los diálogos, antes esporádicos, se hicieron frecuentes. Normalmente sobre lo mismo, la actividad de los arquitectos, los problemas de los peritos, el valor de las cosas, las repercusiones económicas de las decisiones, las distintas maneras de hacer arquitectura, la especialización de los arquitectos, el reconocimiento de los especialistas, y cosas así. Lluis era un visionario, creía que el futuro es algo que se tiene que construir, y que para hacerlo hace falta sumar voluntades, trabajar, sumar y consensuar.
Lluis entendió y asumió las especialidades, consideradas como una riqueza de la profesión, y trabajó para ampliar los campos de actividad de los arquitectos sin descuidar las reservas de actividad y las atribuciones. Entendió que los peritos con sus dictámenes “hacen” arquitectura, y que la actividad forense en valoraciones, patrimonio, lesiones o urbanismo, “es arquitectura”.
En contraposición de la visión nostálgica y renacentista del arquitecto que “todo lo hace” vio que el futuro de la profesión es la especialización, y se aplicó a explicarlo. Pensó en la comparación con la medicina: “si los médicos del siglo XIX hubieran mantenido la postura de rechazar para sí la especialización, la sanidad no seria lo que hoy es, los “especialistas no serían médicos”. Sin olvidar la importancia del medico rural o el medico de cabecera, la estructura sanitaria del país se basa en una red coordinada de especialistas de la medicina (radiólogos, anestesistas, cirujanos, lo que sea, es igual, médicos). Todos médicos, pero ejerciendo su profesión sobre especialidades diferentes, sin protagonismos. Con una investigación constante en cada especialidad. En una discusión en el AVE-¡cuanto dan de si tres horas de tren!- llegamos a consensuar que ser generalista es una especialidad más.
Aceptada, y por primera vez consensuada, esa tesis, la incorporó al relato para construir el marco de la profesión de arquitecto en el futuro que él siempre tenía en la cabeza. Necesitamos diversificar la profesión para garantizar su supervivencia. La obra nueva es, ya ahora, una pequeña parte de la actividad de los arquitectos. Pero eso no es una amenaza, es una oportunidad. La ciudad y la sociedad actual requiere perfiles diversos. Los arquitectos peritos expertos vimos así un mejor reconocimiento de nuestro trabajo.
Institucionalmente pasó lo mismo, lo objetivos de la UAPFE y los del CSCAE son complementarios, coordinados y coincidentes. Son parte de un mismo proyecto: construir el futuro de la actividad profesional de los arquitectos y de la arquitectura.
Lluis entendió las dos velocidades, o la diferente problemática entre colegios grandes y colegios pequeños, y trabajó para hacerlas compatibles, para sumar voluntades en un proyecto común.
La ley de arquitectura de Catalunya fue la “niña bonita” de su paso como decano. La ley de arquitectura de España es uno de sus proyectos estrella. Pero sus proyectos para los arquitectos no acaban ahí. En la mesa del consejo quedan muchas carpetas abiertas.
Con Lluis compartimos muchas cosas, reflexiones, diálogos, controversias, discrepando en algunas, pero coincidimos en muchas más.
De él aprendimos, si alguna vez lo habíamos olvidado, la esterilidad de la queja y la necesidad de ser proactivos. Si algo no está bien, pensemos en qué podemos hacer nosotros para cambiarlo. Sin quejas, ni prejuicios, ni descalificaciones. Con trabajo y con propuestas.
Personalmente, he encontrado en Lluis al presidente a quien pedir ayuda, y al amigo al que pedir consejo. Pero también al presidente al que proponer y al amigo al que aconsejar…o las dos cosas.
Estos días de dolor y recuerdo para el mejor presidente que he tenido y para el amigo que se ha ido, he intentado resumir las cualidades de Lluis.
Lluis tenía una inteligencia extraordinaria, era un superdotado.
Lluis tenia una capacidad de trabajo enorme, era infatigable. Trabajar con él era agotador, porque no paraba nunca.
Lluis era un hombre generoso, siempre dispuesto a ayudar para sumar.
Rara vez, muy rara vez, esos tres atributos coinciden en la misma persona. Lluis tuvo la fortuna de reunirlos. Eso le hace prácticamente irremplazable, único. Seguramente solo remplazable por un equipo de varias personas que sumen esas cualidades y que trabajen coordinadamente.
Además de eso, o tal vez por eso mismo, Lluis era una persona dialogante, huía de la discusión estéril, y propiciaba consensos. Curioso por el emerger de la mediación, se interesó por su implantación y preguntaba sobre las herramientas más adecuadas para resolver una u otra situación. Los arquitectos mediadores encontramos apoyo en él, siempre. Sabia sumar voluntades, generar espíritu de equipo.
Lluis no paraba nunca, no tuvo respiro, exprimía el tiempo. Cuando un tema estaba resuelto, él, seguía con otro, y con otro, y con otro, su palabra preferida era precisamente esa: seguimos.
Lluis nos enseñó a no quejarnos, a trabajar duro, a sumar y a persistir, a seguir.
Así nos lo has enseñado Lluis, y así lo haremos, cada uno en su sitio, sumando.
Seguimos.
Pere González Nebreda, arquitecto DALF
4 febrero 2022
Para la Junta directiva de la UAPFE
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